¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad?
En muchas ocasiones, he hablado con personas de twitter sobre el tema de la homosexualidad y la religión. Es un hecho que todo buen cristiano debe conocer las Sagradas Escrituras, para saber qué nos dice Dios a través de ellas. Es por ello que los homosexuales debemos leer la Biblia, para saber cómo vivir rectamente a los ojos de Dios.
Para comenzar, tenemos que definir conceptos. La palabra homosexualidad parece no significar lo mismo para todas las personas.
Según el diccionario de la Real Academia Española, homosexualidad es la “inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo”. Explicado en sentido amplio, podríamos definirla con la atracción erótica o romántica, predominante o exclusiva, hacia individuos del mismo sexo, o, como lo digo en twitter, “Atracción al Mismo Sexo” (AMS). En el lenguaje actual, yo uso ambos términos como sinónimos. Un homosexual es alguien que tiene AMS.
No obstante, me he dado cuenta de que muchos interpretan la palabra homosexualidad con un significado distinto. Para ellos, este vocablo significa “relación sexual o erótica con personas del mismo sexo”. No entienden la palabra en el sentido de inclinación, sino como acto. Para ellos, erróneamente, homosexual es aquella persona que mantiene relaciones sexuales con personas de su mismo sexo.
Es importante clarificar estos términos, pues se presta a muchos malentendidos. A menudo me han dicho locuras tales como: “Si no has tenido relaciones sexuales con hombres, ¿cómo sabes que eres homosexual?” O también: “Tienes que arrepentirte y dejar de practicar ese pecado” (a pesar de que con insistencia he dicho que en mis 3 décadas de vida jamás he tenido ninguna clase de relación sexual ni romántica).
Otros han ido aún más lejos, diciendo: “No eres homosexual, eres hombre”, como si homosexual fuese un sustantivo y no un adjetivo, como si se tratara de un tercer sexo, o como si yo no supiera que soy un hombre.
Repito esto con insistencia, para dejar claro de lo que hablo: un homosexual es un hombre con AMS, un hombre al que le atraen otros hombres. Esto es lo que la gran mayoría de las personas entienden en la actualidad. Es el significado actual y universal de la palabra.
No obstante, debemos saber que el lenguaje cambia, y que muchas palabras antes tenían un significado diferente al que tienen hoy. Tal es el caso de la palabra homosexual. El significado que usamos actualmente no es el mismo que antes. De hecho, es un significado reciente. Hace siglos, la palabra homosexual se usaba para referirse a quienes practicaban actos sexuales con personas de su mismo sexo. De la misma manera que un ladrón es alguien que roba, entendían homosexual como alguien que tenía relaciones sexuales con sus iguales. Homosexual no era adjetivo, era sustantivo.
Cuando San Pablo escribió sus cartas, la palabra tenía el segundo de los significados anteriormente expuestos. Al decir “los homosexuales”, San Pablo se refería a los hombres practicaban las relaciones sexuales con otros hombres, no a los que, a pesar de sentirse atraídos por ellos, mantenían una vida casta, por fidelidad a Dios.
A mis estimados lectores les mando que tengan lo anterior muy en cuenta. Cuando lean una Biblia y vean la palabra homosexuales, sepan que, en los tiempos de San Pablo, el lenguaje era diferente. Sería un error llamado anacronismo interpretar esa palabra con los criterios actuales.
Si ustedes leen una Biblia en inglés, verán claramente lo que digo:
- - Know you not that the unjust shall not possess the kingdom of God? Do not err: neither fornicators, nor idolaters, nor adulterers, nor the effeminate, nor liers with mankind, nor thieves, nor covetous, nor drunkards, nor railers, nor extortioners, shall possess the kingdom of God. (1st Corinthians 6, 9-10, Biblia católica Douay Rheims)
- - Or do you not know that wrongdoers will not inherit the kingdom of God? Do not be deceived: Neither the sexually immoral nor idolaters nor adulterers nor men who have sex with men, nor thieves nor the greedy nor drunkards nor slanderers nor swindlers will inherit the kingdom of God. (1st Corinthians 6:9-10, New International Version)
Como se podrá ver, en idioma
inglés, ni siquiera aparece la palabra “homosexuales”, sino “hombres que tienen
sexo con hombres”. En español, la única traducción que he visto que tiene ese
mismo sentido es la Biblia protestante Reina Valera. No obstante, cualquier
otra Biblia católica o protestante que diga “homosexuales”, como lo dije
anteriormente, se refiere a hombres que tienen sexo con hombres, no a aquellos
que, a pesar de tener atracción al mismo sexo, nos mantenemos en castidad de
cuerpo y de mente por amor a Dios.
AAhora veamos lo que dice la traducción oficial de la Iglesia católica: An nescitis quia iniqui regnum Dei non possidebunt? Nolite errare : neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures, neque avari, neque ebriosi, neque maledici, neque rapaces regnum Dei possidebunt. (1 ad Corinthios 6, 9-10)
Tal como aparece en la vulgata, "masculorum concubitores", se refiere a los hombres que se acuestan con hombres, a los que ceden ante la tentación, mas nunca a los que tienen atracción al mismo sexo, pero no ceden ni en pensamiento ni en obra.
No hace mucho tiempo, un usuario de twitter me escribió lo siguiente: “¡¿Qué sabe de Dios un sodomita?! Hablas de lo que no conoces. ¡ESTA RELIGIÓN PROHÍBE SER HOMOSEXUAL! ¡Estás obsesionado con hablar del sexo gay y los AMS!... ¡INMUNDO BERGOGLIO! Por culpa de él, la Iglesia se ha llenado de homosexuales que creen que se puede abrazar la homosexualidad y ser cristiano.” (Nótese la ira con la que escribe y el desprecio con el que habla del Papa Francisco; corregí sus múltiples faltas de ortografía y gramática, que lo hacían verse aún peor.)
Obviamente, a esa persona no vale la pena responderle. Quise pensar que se trata de alguien con algún trastorno del espectro autista o que ha recibido una formación deficiente, por lo cual, más bien sentí compasión por él. De todas maneras, compartí el tweet con un amigo, sacerdote católico, ortodoxo en el tema. Le dije: “Mire Padre, lo que me dicen. Tengo la fortuna de haber recibido la formación correcta, de lo contrario, personas como él me harían mucho daño.” Y es que realmente, si le dirigen un comentario de ese tipo a alguien que ignore lo que verdaderamente dice la Palabra de Dios, lejos de convertirlo, lo alejan.
El sacerdote me respondió: “Son comentarios lamentables, pero lo bueno es que seas una persona cabal y que ese tipo de comentarios no te afecten”.
Continué diciéndole al Padre lo siguiente: “Es que esa gente ni sentido común tiene. Yo recuerdo cuando era niño e hice la primera comunión. Me regalaron una Biblia y me puse a leerla. Llegué a una parte (Levítico 18, 22) donde dice "no te acostarás con un hombre como se hace con una mujer, eso es algo abominable" y también dice "si un hombre se acuesta con otro varón, ambos morirán".
“Son escalofriantes esos versículos, pero aun siendo niño captaba la esencia. Allí se refiere a pecados, a actos concretos. Una cosa es un pecado y otra es una tentación. Los que tenemos AMS sufrimos tentaciones de esta naturaleza, pero no es lo mismo tener la tentación que caer en ella. Caer en una tentación sí es pecado, ya sea de pensamiento o de obra.”
“Si el simple hecho de tener AMS fuera un boleto al infierno, sería mentira la Palabra de Dios, pues dice San Pablo a Timoteo "Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad" (1 Timoteo 2, 4). Al decir "todos" se refiere también a nosotros (los que tenemos atracción al mismo sexo). Es deseo de Dios que nos salvemos.”
“También cuando San Pablo dice a los Corintios que ni los que se echan con varones, ni los idólatras (...) entrarán al Reino de Dios, enseguida les dice: "y estos erais algunos de vosotros", con lo cual se entiende que incluso los que han tenido la desgracia de caer en esos pecados pueden alcanzar la misericordia de Dios y así dejar atrás la vida de pecado.”
Y esto es correcto. La misma Iglesia dice en el Catecismo que los homosexuales estamos llamados a la castidad y que podemos y debemos alcanzar la perfección cristiana, es decir, la santidad. (CIC, numerales 2357 al 2359)
Lo que se nos pide es exactamente lo mismo que se le pide a cualquier persona, homosexual o heterosexual: ser castos y alcanzar la perfección cristiana. Hago paréntesis para explicar que la castidad no es sinónimo de abstinencia para todos. Para un soltero, ciertamente la castidad es vivir en abstinencia y no consentir malos pensamientos, pero para los casados, la castidad no es abstinencia, sino fidelidad y respeto a su cónyuge. Y para aquellos hombres que no puedan o no quieran casarse con una mujer, como es nuestro caso, Dios nos manda la abstinencia mientras estemos solteros.
Si algún lector hasta aquí cree que soy de aquellos que apoyan al movimiento LGBT, y que creen que los actos sexuales con personas del mismo sexo no son pecado, y que se puede bendecir a las uniones homosexuales, le respondo con un rotundo “no”. Los actos homosexuales no pueden recibir aprobación en ningún caso. Son siempre pecados en materia grave, y si alguien dice lo contrario, sea sacerdote, monja, obispo o pastor, está en un grave error.
Nada más claro que la Palabra de Dios al hablar de esto:
“No te acostarás con varón como con mujer, es abominación.” (Levítico 18, 22)
“Si alguien se acuesta con varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin remedio; su sangre caerá sobre ellos.” (Levítico 20, 13)
“Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.” (Romanos 1, 26-27)
“¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, nis los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.” (1 Corintios 6, 9-10)
Más aún, los actos homosexuales fueron uno de los motivos por los cuales fueron castigadas Sodoma y Gomorra: “Y lo mismo Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, que como ellos fornicaron y se fueron tras una carne diferente, padeciendo la pena de un fuego eterno, sirven de ejemplo.” (Judas 1, 7)
Si después de leer esto alguno quiere venir y decir que no se trata de pecados, es porque está ciego o porque es malvado y pretende llevar almas al infierno predicando falsas doctrinas. Dice San Pablo, en su Carta a los Romanos, continuando sobre los versículos citados anteriormente: "Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios, los entregó Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene" (Romanos 1, 28)
Siguiendo a San Pedro Damián diremos: ¿Cómo no vamos a pensar y a creer que Dios los ha entregado a su locura? Ni siquiera les permite ver las consecuencias manifiestas de sus pecados. Se ha ocultado para ellos el sol, es decir, Aquél que cabalga sobre las nubes (Salmo 67, 5). Se han cerrado los ojos de su espíritu, y ya no pueden darse cuenta de la gravedad de los crímenes que han cometido en su lujuria, ni de cuánto peor aún es el afán desordenado de los que van contra la voluntad de Dios.
"Y no logran encontrar la puerta, porque, alejados de Dios por su pecado, no son capaces de hallar el modo de volver a Él. Quienes no intentan acercarse a Dios por el camino sencillo de la humildad, sino por las sendas enrevesadas del orgullo y la arrogancia, no saben dónde está la puerta de entrada. Ignoran que esa puerta es Cristo, según lo que Él mismo dijo: “Yo soy la puerta (Juan 10)”.
"Está claro que quien no se despierta al sonido de tan terribles palabras no está dormido, sino muerto. Y si San Pablo emite una sentencia tan dura, no contra judíos -en el caso de que fuesen fieles- sino contra gentiles que no conocían a Dios, ¿qué habría dicho, me pregunto, si hubiese descubierto la pestilencia de estos crímenes en el mismo cuerpo de la Santa Iglesia?"
Ellos proponen que los crímenes de los que habla San Pablo no eran relaciones homosexuales consentidas, sino casos donde el dueño abusaba del esclavo. ¿Cómo pueden afirmar tal cosa después de leer a San Pablo decir “se abrasaron en deseos unos por otros”, de donde claramente se deduce había consentimiento en el acto por el deseo mutuo?
De ninguna parte de la Biblia se puede deducir que Jesús ve con agrado que un hombre tenga relaciones con otro.
No obstante, queridos lectores, no quiero que aquellos hombres y mujeres con AMS que leen estas duras palabras y ya han cometido pecado con otros de su mismo sexo, sientan que todo está perdido y que no pueden ya salvarse. Cuando San Pablo dice a los Corintios que los que se acuestan con varones no entrarán al Reino de Dios, no los menciona especialmente a ellos, sino que da una lista de pecadores entre los que están los que fornican fuera del matrimonio, los que cometen adulterio, los ladrones, los borrachos y otros más. Es decir, si bien los actos contra natura son pecados graves, no son el único pecado ni el peor del mundo.
Después de mencionar a los que se acuestan con varones, mismo San Pablo dice a los Corintios: "Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios." (1 Corintios 6, 11) Este versículo debe llenarlos de esperanza: si en el pasado cometieron pecados, aún pueden llegar a ser santos si se enmiendan y dejan que Jesucristo transforme sus vidas. No importa si fue una vez, o si fueron más de cien, Dios perdona al pecador siempre que éste reconozca su pecado, se arrepienta y lo confiese.
Es necesario agregar que, para ser santo, un hombre no necesita casarse con una mujer, ni viceversa. He visto testimonios de muchas personas. Uno de ellos es de una mujer que dice que le gustan las mujeres. Ella fue a una iglesia no católica donde le decían que no sólo debería abstenerse de pecados, sino que además debía casarse con un hombre. Ella le estuvo pidiendo a Dios que la hiciera heterosexual por muchos años, puso todo su empeño, pero nunca cambió.
El punto es que a veces pensamos que Dios quiere ciertas cosas, y esos pensamientos no son más que nuestros propios deseos, los cuales atribuimos a Dios para afianzarnos en ellos. Dios nos quiere santos, no necesariamente casados. Mismo San Pablo dice que es mejor permanecer soltero que casarse (1 Corintios 7, 7-9)
Por supuesto que muchos de nosotros hemos pensado que la vida sería más fácil si fuéramos heterosexuales y nos casáramos con una mujer, pero Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Yo no dejo de pedírselo, pero también soy consciente de que "los pensamientos de Dios superan mucho a los de los hombres". Si Dios no me lo concede, sería muy tonto de mi parte renegar de eso.
Hay quienes dicen: "es que, si no cambias y te vuelves heterosexual, no has aceptado a Cristo ni has nacido de nuevo" o "es que no tienes fe, Dios lo puede todo". Ese razonamiento es un tanto torpe. Sabemos que Dios lo puede todo, pero sus designios para casos particulares no son siempre claros.
Es un disparate decir que por falta de fe uno no cambia, o que si uno sigue siendo víctima de tentaciones de pecar con personas de su mismo sexo es porque no ha sido redimido. Las tentaciones y malas inclinaciones, homosexuales, heterosexuales, de lujuria, de avaricia o de cualquier tipo, son un medio para que hagamos mérito y nos fortalezcamos en la humildad. Vamos, el mismísimo San Pablo tenía una gran fe, pero en 2 Corintios 12 habla de que "le fue dado un aguijón en la carne". Ese aguijón del que habla es una debilidad, una inclinación al pecado (no dice claramente cual pecado, pero seguramente no era homosexualidad). Y Dios no se lo sacó, para que no se enalteciera. Así pasa con nosotros: Después de pedirle a Dios que te saque una inclinación particular a un pecado, puede que Dios quiera que cargues con esa cruz, con esa debilidad, porque tal vez así te conviene.
Alguna vez alguien me dijo que espera volverse heterosexual porque seguramente Dios no quiere que sus hijos lleven cargas. Sin embargo, la Biblia dice que Dios desea que llevemos cargas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (Mateo 16, 24). Es por ello que el Catecismo dice que debemos unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que podamos encontrar a causa de nuestra condición.
Al respecto debo decir que, de las cruces que cargo, la homosexualidad no es la más pesada. Ciertamente me ha causado dificultades, he tenido que renunciar a ciertas cosas y cambiar ciertos proyectos, pero hay cosas que me generan más preocupación. Si en twitter hablo tanto de este tema, no es porque sea el centro de mi vida, sino porque he visto la necesidad de muchos con esta condición, de conocer la verdad y saber que pueden encontrar el amor de Dios.
Yo mismo he leído libros de Nicolosi, de van den Aardweg y de Richard Cohen, donde se explica que la atracción al mismo sexo puede desaparecer en algunas personas al corregir ciertas heridas psicológicas, y lo he estado poniendo en práctica. No obstante, si no cambio y permanezco así, tampoco es para mortificarse. No debemos forzar las cosas, sino buscar la santidad en la condición que estemos, sea solteros o casados.
Para finalizar, quiero recordarles que Dios nos ama. “Con amor eterno te he amado, por eso he reservado mi gracia para ti”, dice Dios en Jeremías 31, 3. Hay que orar siempre, acudir a los sacramentos y hacer lo que esté a nuestro alcance para permanecer en castidad. Para ello, he escrito otra entrada con consejos valiosos para salir del círculo de la lujuria, el cual pueden leer aquí.
Que Dios los bendiga, les dé el don de la perseverancia, para que algún día todos podamos alabar a Dios, junto con los ángeles y santos en el Cielo.
Excelente artículo, amigo. Bien explicado todo. Gracias por compartirlo.
ResponderBorrarMe encantó, es sencillo, bíblico y vivencial. Gracias Adolfo abrazos.
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