Ser homosexual como Dios manda
Una de las críticas recurrentes hacia la Iglesia Católica es su supuesto odio o rechazo hacia las personas con atracción homosexual. La realidad es que poca gente —tanto dentro como fuera de la Iglesia— conoce bien a bien cuál es la postura correcta del catolicismo frente al tema de la homosexualidad o AMS (Atracción al Mismo Sexo).
El protestantismo (con sus infinitas denominaciones) considera, en términos generales, como pecaminoso el SER homosexual. Aún cuando la persona no cometa actos homosexuales, ya está imposibilitada de alcanzar el Cielo. Y qué decir del islam, donde la pena de muerte, los castigos físicos, la cárcel o el ostracismo social, son ampliamente aplicados.
A diferencia de los casos anteriores, para la Iglesia Católica la cuestión homosexual debe tener una notoria distinción entre los actos homosexuales y la atracción en sí misma. Por Atracción al Mismo Sexo (o AMS) se debe entender la atracción sexual, temporal o permanente, hacia personas del mismo sexo, y que dicha atracción cause un placer o un deseo romántico y/o erótico. Para muchos adolescentes, esto suele ser causa de confusión porque los sentimientos están a flor de piel y se puede romantizar la relación con un amigo del mismo sexo, pero que no llega a ser algo erótico o sexual. Aquí está la clave de la diferencia entre amar incondicionalmente a un(a) amigo(a), a desear tener intimidad sexual con ese amigo(a).
Por acto homosexual se debe entender el llevar a la consumación un deseo erótico ficticio (pornografía, masturbación) o real (relaciones sexuales, tocamientos, besos o caricias no amistosas) con una persona del mismo sexo. Además de, deliberadamente, tener o intentar tener comportamientos o atuendos propios del sexo opuesto. La Sagrada Escritura, en múltiples ocasiones, condena los actos homosexuales. Mas nunca se emite una condenación por el simple hecho de uno ser presa de las tentaciones.
Debemos señalar que la AMS es una condición, no es un pecado. Sólo los actos humanos libres son sujetos a análisis moral y, por ende, poder ser catalogados como pecado. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) hace notar claramente esta diferencia, porque hace la distinción entre la persona y sus actos. Sobre la persona, la Iglesia no pasa juicio moral, y, por lo tanto, por el puro hecho de TENER atracción homosexual, no peca ningún cristiano, porque la homosexualidad no está en el SER que Dios hizo a imagen y semejanza Suya.
(CIC)
2357. "… 'los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados'. Son
contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No
proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden
recibir aprobación en ningún caso “.
Podría
erróneamente parecer que esta desaprobación al acto homosexual es un rechazo
a la persona misma y una prohibición perniciosa. Pero es un lamentable error
valorar así este numeral del CIC. Dios y la Iglesia preservan lo bueno y lo
santo inherentes en nuestros cuerpos y mentes, sembrados por nuestro buen Dios.
De modo que, lo que parece una prohibición, es una saludable y amorosa defensa
de la persona humana, frente a las consecuencias, muy probablemente altas, de
infelicidad, desasosiego y miedo que ocurren tras ceder a las tentaciones de la
carne. Hay un número importante de personas con AMS que pueden dar fe, basado
en sus experiencias personales, de este numeral del Catecismo.
Lo anterior no se queda sólo en la desaprobación del acto homosexual, la Iglesia va más allá. Va por la salvación eterna de la persona con AMS, porque, con independencia de su condición, si es cristiano(a), precisa de los sacramentos y del acogimiento de la comunidad, ser tratado(a) y amado(a) con la dignidad que Dios nos trata y ama a todos.
(CIC)
2358. "Un número apreciable de hombres y mujeres… no eligen su condición homosexual…
Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará,
respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta… “.
No
hay algo más hermoso que el saberse acogido en la Iglesia y ser tratado como
hermano(a) e hijo de Dios, con toda su dignidad. El verdadero cristiano comprende profundamente y atesora este numeral, como manifestación viva del
amor de Cristo para con todos los hombres y mujeres, sin importar condición
alguna. Se dice que la Iglesia Católica no es una pasarela de santos, sino un
hospital de pecadores, en donde todos, si queremos, somos reparados y
justificados por la Gracia Divina.
En resumen: ser homosexual (tener AMS) no impide la salvación, el pecado es cometer actos homosexuales. El Padre Jorge Loring, reconocido predicador, experto en apologética, decía: “Tú, como homosexual, si te dominas, puede llegar a santo, y vas a los altares, que es lo más grande que se puede hacer en la tierra. Un homosexual puede ser santo y va a los altares”. (https://www.youtube.com/watch?v=POH-aPSrZUE)
¿Cuál es el camino de vida, entonces, para una persona católica con AMS? La vida de soltero, es decir, la vida en celibato. Se ha dicho mucho que por qué se les impone el celibato a las personas con AMS y no a los heterosexuales. Nada más lejos de la verdad respecto a las exigencias cristianas sobre la virtud de la castidad: estas aplican para todos. Por el hecho de ser soltero, —aun siendo heterosexual— la abstinencia y el celibato son de observancia moral general. Que socialmente se falte a esta virtud, no es por omisión de Cristo o de la Iglesia.
(CIC)
2359. "Las personas homosexuales están llamadas a la castidad... pueden
y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana “.
Escribía el Padre John Harvey: Las personas en general – no sólo aquellas que experimentan atracción hacia el mismo sexo – tienen una categórica percepción negativa de la castidad. Para la mayoría, parece ser una virtud inadmisible, diciendo, entre otras cosas, que cualquier clase de contacto físico es malo. Sin embargo, la verdadera castidad concierne el modo adecuado de expresar nuestros afectos. A la castidad le concierne “la integración a nuestra persona de nuestro amor y placeres sexuales y afectivos con el manejo inteligente de nuestros deseos y ansias sexuales, de nuestra necesidad de tocar y ser tocados” (May, William E. 1976. The Nature and Meaning of Chastity. Chicago: Franciscan Herald Press Synthesis Series. 36..)
Cabe agregar que la castidad no es sinónimo de abstinencia. La castidad significa la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello, en la unidad interior del hombre en su ser corporal y espiritual. (CIC 2337). Es una virtud que se ejerce según el estado de la persona. El soltero es casto estando en abstinencia, el casado lo es guardando fidelidad, y el viudo, en abstinencia también. Por extensión, el soltero casto no es sólo célibe, pues la castidad debe abarcar también el pensamiento y no sólo lo físico.
Con frecuencia se les pregunta a sacerdotes y otros consejeros espirituales: ¿Se puede cambiar la AMS o la atracción homosexual? Por lo general, se alienta siempre a buscar terapia, porque puede haber algún trauma en el pasado de la persona que necesite sanación. Sin embargo, uno no está obligado a buscar terapia para recobrar sus inclinaciones heterosexuales naturales, porque no hay certeza de que la terapia reparadora lleva siempre a tal recuperación y porque, además, la misión de la Iglesia Universal, es salvar almas. Entonces, prima el espíritu sobre la carne (aunque sin la carne, es imposible la salvación), de modo que cualquier persona, luche con la inclinación que luche, está llamada a la Salvación, pues la Gracia de Dios basta para sobrellevar las inclinaciones, sean del tipo que fueren.
¿Qué aconseja la Iglesia a una persona que lidia con sus deseos y sentimientos homosexuales? Ampliamente recomienda llevar un plan de vida, con estos mínimos puntos (pueden agregarse otros):
1.
Oraciones de la mañana con, por lo menos, 15 minutos
de meditación;
2.
Misa tan frecuente como sea posible durante la
semana;
3.
Examen de conciencia por lo menos una vez al día;
4.
Alguna lectura espiritual cada día, especialmente el
Nuevo Testamento;
5.
Seleccionar cuidadosamente un confesor regular;
6.
Alguna forma de devoción a la Virgen María y a los
santos.
7.
En la medida de lo posible, no tener espacios de
tiempo en donde la persona se encuentre completamente sola. Es muy necesario el
acompañamiento de amistades emocionalmente sanas y cristianas que apoyen con
compañía, oración y buen humor.
Si
bien la AMS es un tema profundo y complejo y que requiere un análisis
individual de cada persona para ajustar dicho plan de vida u otras
recomendaciones adicionales, es indispensable que, en cualquier caso, la AMS no
se haga el centro sobre el cual gire la vida. Tener AMS no es una enfermedad ni
una tragedia griega, sino un síntoma y es multifactorial. Nadie
elige sentir atracción hacia los de su propio sexo. La AMS es el resultado de
heridas y circunstancias sin resolver. ¿Cómo se ayuda a alguien con AMS?
Aplicando las 3 A’s: Afirmación (de que la persona es valiosa), Afecto y
Atención.
Preguntas comunes
¿Los
pensamientos homosexuales son pecados?
Cuando son intencionales y consentidos, sí. Pero debemos aclarar que hay una diferencia entre tener una tentación y el deleitarse en ella. Ser tentado no es pecado, no es un acto voluntario. Uno puede ser tentado, por ejemplo, al estar realizando una actividad y de repente ser sorprendido por pensamientos o recuerdos sobre actos homosexuales; si uno, al ver que está siendo tentado, se aparta de la tentación, no peca; pero si en lugar de apartarse de ese pensamiento se le alienta y se disfruta en él, se ha consentido de la tentación y sí se ha cometido un pecado. Cabe aclarar que los sueños nunca son pecados, pues son involuntarios y, generalmente, no se tiene control sobre ellos.
¿Puede
un homosexual vivir con una pareja homosexual sin pecar?
Se trata de una situación utópica. Teóricamente es posible, pero en la práctica, es difícil o casi inexistente. Para vivir con otro hombre sin pecar debe haber castidad perfecta de ambos: tanto de acto como de pensamiento. Los actos son relativamente fáciles de evitar, no así los pensamientos. Vivir con otro hombre significa estar constantemente en una ocasión próxima de pecado, por lo cual no es recomendable. Además, es causa de escándalo.
¿No
es injusto que Dios te prohíba llevar a cabo una vida de pareja con alguien de
tu mismo sexo, privándote de la felicidad?
Para nada es injusto. Dios, infinitamente glorioso y perfecto en sí mismo, creó al hombre en un acto de puro amor, para hacerle partícipe de su gloria. Fuimos creados para glorificar a Dios, no porque Él necesite que alguien lo glorifique, sino porque haciéndolo nos hace parte de su gloria. Por eso, nuestra verdadera felicidad está en servir a Dios, y no hay forma de alcanzar la felicidad por otros medios. Uno es más feliz cuando cumple los mandamientos, aunque cumplirlos implique la renuncia a los propios deseos. Dios nos ama tanto que nos marca con prohibición todo aquello que nos daña. El pecado es ofensa a Dios porque, pudiendo ser plenamente felices sirviendo a Dios, se elige algo que aleja a uno de Dios y le causa daño; teniendo la opción de elegir lo que nos hace bien, se elige lo que nos hace mal. Los actos homosexuales nos hacen daño físico y metal, y de ninguna manera alguien puede encontrar la felicidad en ellos, aunque por fuera digan que sí. Por tanto, prohibir una vida de pareja con alguien del mismo sexo, no es injusto.
“Si
Dios permitió que fueras homosexual, entonces no te puede condenar por llevar a
la práctica deseos que tú no elegiste”
Esa afirmación es rotundamente falsa. Si Dios permite que uno experimente atracción hacia su mismo sexo, es porque sabe que uno, con su Gracia, tiene la fuerza para no caer en la tentación. La AMS puede ser interpretada como una cruz que uno debe cargar. Dice la Escritura que nadie es tentado más allá de sus fuerzas (1 Cor 10, 13). No hay virtud auténtica ni bondad verdadera sin esfuerzo. Una persona que jamás sufriera tentaciones no podría llamarse virtuosa en el sentido ordinario (no teológico) de la palabra. Quizás muchos piensan que uno como homosexual lleva una carga más grande, pero cuanto más sea el esfuerzo, es mayor la virtud.
Autor: Guillermo Márquez, ex coordinador local de Courage, en colaboración con Adolfo Castillón
Excelente artículo!
ResponderBorrar¡Saludos!
BorrarFelicitaciones por este artículo, se que es realmente duro de entender para los homosexuales, pero las verdades hay que decirlas directas. Ojalá sea de mucha ayuda para nuestros hermanos homosexuales.
ResponderBorrarMas imbecil no puedes ser, idiota
ResponderBorrarOtro comentario estúpido.
BorrarJajJajajajjajajajajajajajajajajjjjj que bien chiste
ResponderBorrarExcelente
ResponderBorrarMuchas gracias excelente yo lucho contra la ams
ResponderBorrarExcelente artículo, muchas gracias. Que el Señor bendiga este apostolado.
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