¿Es la homosexualidad una enfermedad?

Autor: Guillermo Márquez, ex coordinador local de Courage

Edición: Adolfo Castillón 

 

Un tema que ha causado álgidos debates y fuertes controversias, es el hecho de calificar a la homosexualidad como enfermedad. Muchas personas, con honesta intención, pero pocos conocimientos respecto a la homosexualidad, la determinan como una enfermedad. Otros, desde la defensa de su condición personal pero igualmente basados en su autopercepción subjetiva, afirman que no lo es.

Sin embargo, al ser la homosexualidad una situación de origen multifactorial, es conveniente abordar su posible morbilidad desde diversas áreas: Genética, neurobiológica, médica, psicológica y espiritual.

Es importante destacar también, que la calificación de enfermedad es divergente en tanto es evaluada por las ciencias y la religión o por la sociedad que, esta última no siempre informada, señala tal característica a la homosexualidad. Motivo por el cual, surge el presente artículo.

La salud y la enfermedad son parte integral de la vida, del proceso biológico y de las interacciones medio ambientales y sociales. Generalmente, se entiende a la enfermedad como la pérdida de la salud, cuyo efecto negativo es consecuencia de una alteración estructural o funcional de un órgano a cualquier nivel.1

Se le puede considerar desde dos concepciones: una subjetiva, que es el malestar (sentirse mal con diferente intensidad), y otra objetiva, que es la que afecta a la capacidad de funcionar (limitación del funcionamiento corporal en diferentes grados).2

Todas las enfermedades implican un debilitamiento del sistema natural de defensa del organismo o de aquellos que regulan el medio interno. Incluso cuando la causa se desconoce, casi siempre se puede explicar una enfermedad en términos de los procesos fisiológicos o mentales que se alteran.3

Para comenzar, tendremos que definir los conceptos de sexualidad y homosexualidad.

 

¿Qué es la sexualidad?

La sexualidad surge como un medio de transmisión de los genes con ventajas para la adaptación al entorno frente a la reproducción asexual (mitosis y esporas), por la mayor diversidad de genotipos que genera, lo que se expresa en fenotipos más variados con ventajas diferenciales ante distintos entornos cambiantes. Los órganos reproductivos y el dimorfismo sexual surgen en las plantas. Este dimorfismo y el impulso a la reproducción dieron la base para la competencia sexual, la cual se convirtió en un mecanismo de mejora de las especies en términos de adaptación. Aparte de la competencia sexual, otro mecanismo muy importante para la supervivencia de muchas especies, es la conducta de solidaridad entre los progenitores para la crianza y los lazos de grupos familiares y sociales (Cronin, 1991).4

¿Qué es la homosexualidad?

La conducta homosexual consiste en relaciones sexuales con miembros del mismo sexo. Puede ser encubierta (fantasías, deseos y pensamientos) o manifiesta (conducta públicamente observable, como cortejo, caricias, actos sexuales…).5

La homosexualidad se puede definir como la atracción preferencial a relacionarse afectiva y eróticamente con personas del propio sexo. Para clasificar de forma estricta a una persona como homosexual se requiere que presente deseo preferencial hacia personas del mismo sexo, haya tenido conductas homosexuales manifiestas (en ausencia o con dominio claro sobre la conducta heterosexual) y se identifique como homosexual. La orientación homosexual exclusiva en los mamíferos superiores es poco usual, (Kirkpatrick, 2000; Muscarella, 2000).6

Son las experiencias sexuales, tanto directas como… fantaseadas, y el modo en que la persona las integre, lo que determina una conducta homosexual pasajera o exclusiva… (Moral, 2008).7

 

Enfoque genético

 Los hallazgos, publicados el 29 de agosto de 2019 en la revista Science y basados en el análisis del genoma de casi 500.000 personas, refuerzan los resultados obtenidos en el pasado por estudios menores y confirman las sospechas de muchos científicos: aunque las preferencias sexuales tienen un componente genético, ningún gen ejerce por sí solo un efecto desmedido en el comportamiento sexual.8

«No hay un "gen gay"», afirma Andrea Ganna, primer autor del estudio y genetista de Harvard y del Instituto Broad del Instituto de Tecnología de Massachusetts.9

 Ganna y sus colaboradores también han usado su análisis para estimar que hasta el 25 por ciento de la variación en el comportamiento sexual puede explicarse por medio de los genes. El resto dependería de factores ambientales y culturales, una cifra similar a la hallada en el pasado por estudios con menos participantes.10

 En el nuevo trabajo, Ganna y sus colaboradores usaron una herramienta conocida como «estudio de asociación del genoma completo» (GWAS, por sus siglas en inglés) para analizar los genomas de cientos de miles de personas en busca de cambios de una sola base («letra») en el ADN. Dichos cambios reciben el nombre de «polimorfismos de un solo nucleótido», o SNP. Si muchas personas con un rasgo en común comparten ciertos SNP, es probable que estos se hallen relacionados con dicha característica.11

 En su segundo análisis, Ganna y sus coautores se propusieron identificar qué SNP concretos estaban asociados al comportamiento homosexual. Al hacerlo, encontraron cinco que resultaron ser más comunes en esos individuos. En conjunto, sin embargo, esos cinco SNP explicaban menos del 1 por ciento en la variación de la conducta sexual.12

 Según Ganna, dicho resultado sugiere que hay más genes que influyen en el comportamiento sexual. No obstante, Ganna advierte de que esos SNP no pueden usarse para predecir con fiabilidad las preferencias sexuales de una persona, ya que no existe ningún gen que, por sí solo, ejerza un gran efecto en el comportamiento sexual.13

 Aunque los investigadores han identificado algunos de los SNP implicados en la conducta homosexual, no están seguros de qué papel desempeñan realmente esas variantes genéticas.14

 Los resultados demuestran la complejidad de la sexualidad humana, apunta Ganna. Y también han puesto en un aprieto a los autores, conocedores de que sería delicado explicar al público general las sutilezas de sus hallazgos sobre una cuestión tan espinosa.15

 Para evitar que sus resultados se malinterpretasen, los investigadores trabajaron con grupos LGBT y con especialistas en comunicación científica a fin de encontrar la mejor manera de presentar sus resultados tanto en el artículo técnico como ante la opinión pública.16

 Ewan Birney, genetista y director del Instituto Europeo de Bioinformática, del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), cerca de Cambridge, señala: “Aunque puede que algunos investigadores y miembros de la comunidad LGBTQ cuestionen la conveniencia de llevar a cabo este tipo de estudios, Birney asegura que son importantes. Hasta ahora se ha hecho mucha investigación sociológica sobre el comportamiento homosexual, señala el experto, pero se trata de una cuestión terriblemente compleja. Es hora de aportar al debate una perspectiva sólida y basada en la biología”.17

 

Enfoque neurobiológico

 Las ciencias neurobiológicas actuales permiten salir del estrecho margen de planteamiento que se pregunta si la persona homosexual «nace o se hace». El cerebro de todo ser humano nace y se hace. Como todo lo humano, el primer nivel es el biológico y éste se une intrínsecamente con el nivel de las relaciones interpersonales que permiten a cada uno, su propia biografía en convivencia con los demás. Es el nivel del psiquismo humano.18

 La enorme plasticidad del cerebro a lo largo de la vida y, especialmente, durante la infancia y adolescencia, hace que tanto la estructura y la funcionalidad cerebral de toda persona se configure de forma muy sensible a sus experiencias, vivencias, decisiones, adicciones y especialmente sus relaciones interpersonales, educación y cultura. Gracias a la plasticidad cerebral, especialmente entre la pubertad y final de la adolescencia, no hay dos cerebros iguales como no hay dos personas iguales sean mujeres o sean varones y sea cual sea su orientación sexual.19

 Lo que es genético y cultural en la orientación sexual humana no se puede extrapolar sin más, desde los experimentos con roedores. Sólo en los seres humanos, —sobre las configuraciones cerebrales dismórficas que se basan en los factores genéticos y, por tanto, hormonales—, las influencias recibidas en las relaciones sociales, durante la educación, y en particular durante las etapas críticas de desarrollo, son muy intensas para la identidad, la personalidad y la madurez sexual de cada persona.20

 La observación clínica de pacientes con el síndrome de Klüver-Bucy, que cursa con lesiones del lóbulo temporal y cambian su orientación de heterosexuales a homosexuales, y los cambios en la orientación sexual en ese mismo sentido de personas con tumores en el lóbulo temporal y el hipotálamo, ha permitido conocer que el correlato neuronal funcional, que subyace a la orientación sexual humana, son las que procesan la respuesta a los estímulos sexuales, diferentes en los hombres y las mujeres. Este hecho ha dado acceso al conocimiento del cerebro sexual de las personas, sea cual sea su orientación sexual, en la búsqueda del origen de la homosexualidad.21

 Que el deseo se dirija a la atracción a personas del mismo sexo significa que se ha desconectado el estímulo sexual de su sentido biológico: la reproducción. Es decir, la predisposición genética se traduce en el cerebro en una desconexión del deseo del objetivo que espontánea y naturalmente ese deseo persigue. O, dicho de otra forma, la homosexualidad humana supone una disfunción en la organización cerebral, por la que el placer sexual se sitúa en ámbitos ajenos a la transmisión de la vida.22

 Como toda predisposición genética y de regulación de genes el medio físico y el medio que podemos llamar biográfico y cultural, de vivencias y experiencias, actúan sobre el ADN contribuyendo a la regulación de los genes; en concreto en la aparición de los receptores hormonales. Intensifica o diluye las modificaciones más o menos intensas del patrón cerebral. Por ello, aunque la orientación sexual del varón no es espontáneamente flexible, al obedecer a una predisposición innata, esta predisposición se consolida, o por el contrario disminuye de intensidad, con las experiencias de la infancia y la adolescencia. La orientación homosexual del varón, según la intensidad de la modificación innata del patrón cerebral, es más fácil o difícilmente dirigible en el otro sentido.23

 Podemos decir que en los hombres la atracción sexual a las personas del mismo sexo, experimentada y vivida, consolida la predisposición innata y la puede llegar a convertir en tendencia adquirida; de la misma manera las formas de vida la pueden desconsolidar. Por el contrario, en las mujeres la homosexualidad/bisexualidad corresponde más al deseo de expandir su masculinidad. En la población femenina aparece, una atracción romántica por personas de su mismo sexo, lo que se ha considerado como homosexualidad de expansión.24

 El patrón cerebral homosexual, cuando la predisposición heredada se transforma en tendencia adquirida, muestra en los rasgos funcionales y estructurales dismórficos, no relacionados directamente con la sexualidad, valores que se acercan a los del patrón de las personas del otro sexo biológico. Sin embargo, el patrón de respuesta a los estímulos sexuales es masculino y diferente del de los hombres heterosexuales. En las mujeres homosexuales el patrón de respuesta está masculinizado. La homosexualidad aparece en la investigación neurobiológica como un proceso ni irreversible, ni meramente opcional; existe una disfunción del sistema de evaluación de los estímulos sexuales en relación con su función biológica, la reproducción.25

 

 

Enfoque médico

 Es sumamente importante distinguir la diferencia entre una enfermedad y una herida, porque esto hace que sea posible obtener un enfoque correcto respecto a lo que es la homosexualidad.

¿Qué es una herida?

Una herida es una lesión, es un daño que ocurre en el cuerpo. Es un término general que se refiere al daño causado por accidentes, caídas, golpes, quemaduras, armas y otras causas.26

Las heridas son lesiones que rompen la piel u otros tejidos del cuerpo. Incluyen cortaduras, arañazos y picaduras en la piel. Suelen ocurrir como resultado de un accidente, pero las incisiones quirúrgicas, las suturas y los puntos también causan heridas.27

 ¿Qué es una enfermedad?

 El término enfermedad viene del latín infirmitas, que significa literalmente «falto de firmeza». La definición de enfermedad según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la de «Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, por causas en general conocidas, manifestada por síntomas y signos característicos, y cuya evolución es más o menos previsible».28

 Un enfermo, por lo tanto, es un ser humano que padece una enfermedad, sea consciente o no de su estado.29

 La forma en que un individuo percibe la salud y la enfermedad es un fenómeno complejo y particular de como este reacciona en conjunto y enfrenta la situación en diferentes dimensiones de su personalidad (emocional, racional, físico y espiritual, por ejemplo). Así, cada persona vivirá la experiencia de salud-enfermedad de manera diferente y esto condicionará el significado que dé a tales experiencias.30

 Cuando la persona enferma, lo hace de forma integral, no en parcelas ni a plazos. Todos los componentes del ser humano quedan alterados y cada uno de ellos demanda sus propias necesidades. De tal forma que la enfermedad genera síntomas físicos como el dolor y la disnea; síntomas psicoemocionales como miedo, ansiedad, ira, depresión; necesidades espirituales como sentimientos de culpa, de perdón, de paz interior; y demandas sociales como consideración y no abandono.31

 Teniendo en cuenta las definiciones anteriores, es evidente que, si una herida no es sanada, pueda ser posible que se genere una enfermedad. Pero todo comienza con una herida. De modo tal que, cuando una persona tiene una herida, por ejemplo, en una rodilla, nunca se considera “enfermo de la rodilla” sino herida de la rodilla. Es evidente que, si no se atiende con prontitud, esa herida puede causar alguna enfermedad.

 Pero, no solo existen las heridas físicas (como el ejemplo de la herida en la rodilla), sino también existen las heridas emocionales.

 

¿Qué es una herida emocional?

 Es una desconexión desadaptativa donde se pierde el control de nuestros actos, pensamientos y sentimientos según recordamos, vemos o vivimos sucesos similares a los que provocaron nuestras cicatrices. Una forma de identificar si hay heridas se realiza cuando hay palabras que destruyen en lugar de construir, si lastiman en lugar de consolar, si están llenas de hiel y no de miel…32

 Las heridas físicas siempre marcan un tiempo establecido para la recuperación, mientras que las emocionales siempre traen consigo la inquietud de saber cómo sanarlas, no tienen un tiempo determinado de duración por influir la vulnerabilidad frente a circunstancias adversas y negativas.33

 Cuanto más tiempo se espere en sanarlas se irá deteriorando el estado emocional, generándose dentro de uno mismo: agresividad, ira, desconfianza, culpabilidad, venganzas sin fin, odio, rencor, soledad, aislamiento…34

 Si no tenemos las herramientas necesarias para afrontar estas emociones, ni los acompañamientos adecuados, corremos el riesgo de “acostumbrarnos” a sentir estas emociones intensas y no resolverlas.35

 Las heridas emocionales pueden ser producto de eventos traumáticos (abusos, muerte de algún familiar, malos tratos...), como también pueden ser ocasionadas por una distorsión en la interpretación de la realidad en la infancia. Es importante señalar que en la infancia somos buenos captando las situaciones e incluso los detalles, pero nuestra interpretación es todavía muy inmadura, no logrando entender adecuadamente lo que sucede a nuestro alrededor.36

 A medida que vamos creciendo, van aumentando la cantidad de heridas o se van agrandando las que ya tenemos. Algunas de esas heridas las vamos sanando en el proceso de crecimiento, pero otras se van “infectando”. Para afrontarlas, vamos adoptando diversos comportamientos con los que conseguimos “evitar” el dolor que nos producen. Pero, justamente, ése es el problema; que lo evitamos, no lo resolvemos, y el problema se va “enquistando” cada vez más dentro de nosotros. Se podría decir que nos anestesiamos, y eso impide que le demos la importancia que requiere, y busquemos ayuda para resolverlo.37

 Dado que el enfoque médico nos permite distinguir la diferencia entre una enfermedad y una herida, comenzamos a visualizar que el enfoque psicológico también tiene algo que decir respecto a las heridas emocionales que originan la homosexualidad.

 

Enfoque psicológico

 Para clasificar las enfermedades mentales se utiliza generalmente el manual de la American Psychiatric Association titulado Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM. En este manual, la homosexualidad se consideró una enfermedad mental hasta 1973 porque la comunidad epistémica de la American Psychiatric Association (APA) dejó de considerarla como tal. Este hecho ocurrió sólo después de fuertes cuestionamientos de las ciencias sociales hacia la práctica psiquiátrica, y también luego de que los movimientos de liberación homosexual plantearan una cuestión trascendente para estas ciencias, como cuestionar el orden simbólico y sus fundamentos [Bourdieu, 2000]. Fue así que se removió de esa categoría y sólo se mantuvo la homosexualidad ego distónica (la que sufrían quienes siendo homosexuales estaban insatisfechos con su orientación sexual y querían cambiarla). Esta categoría de homosexualidad ego distónica se eliminó también en 1988. De modo que en las últimas versiones del DSM no aparece la homosexualidad como enfermedad mental, en ninguna categoría (véase American Psychiatric Association, 1994).38

 La Association of Gay Psychologists, creada en agosto de 1973 en los Estados Unidos, tuvo gran influencia en el cambio de actitud de los psicólogos hacia la homosexualidad. La American Psychological Association, APA, aprobó en 1980 el Comité sobre Asuntos Lesbianos y Gay (CLGC, por sus siglas en inglés). En 1984 se formó una división de la APA, la 44, llamada Sociedad para el Estudio Psicológico de los Asuntos Lesbianos y Gay. Esta división 44 de la APA ha sido muy activa y desde 1994 publica una serie de anuarios titulados Psychological Perspectives on Lesbian and Gay Issues (véase Greene y Herek, 1994).39

 Otra área de investigación psicológica muy importante se refiere a los cambios a nivel afectivo, cognoscitivo y conductual que ocurren a lo largo de la vida. En la niñez, la pubertad, la adolescencia, la adultez, la madurez y la vejez se presentan cambios psicológicos. El ciclo vital de los homosexuales es un campo muy importante de trabajo psicológico, al cual se le ha dedicado poco trabajo investigativo.40

 Esta decisión, trajo consigo, que se llegara a la conclusión de que cualquier no-heterosexual “es así” y se descartara cualquier posibilidad de avance psicológico en este tema, desde un punto de vista objetivo y científico. Las investigaciones realizadas hasta la fecha por parte de la APA, solo reafirman la normalización de la homosexualidad.

 No obstante, psiquiatras y psicólogos como los doctores Irving Bieber, Charles Socarides, Joseph Nicolosi, Elizabeth Moberly, Lawrence Hatterer, Robert Kronemeyer, E. Kaplan, Edith Fiore, Gerard van den Aardweg, Earl Wilson, Jeffrey Satinover, entre muchos otros, continuaron investigando y califican a la homosexualidad como una “condición adquirida”.

 Richard Cohen la llama “desorden de afecto hacia el mismo sexo” y le califica como un síntoma porque es una:

• Respuesta defensiva a conflictos actuales.

• Reacción frente a traumas infantiles sin resolver.

• Tendencia reparadora para dar cumplimiento a necesidades homo emocionales insatisfechas.

 Y agrega: “Los sentimientos, pensamientos y deseos homosexuales son SÍNTOMAS de algo que subyace. Representan una RESPUESTA DEFENSIVA A CONFLICTOS EN EL PRESENTE, una manera de ALIVIAR el dolor y el malestar. Suponen TRAUMAS INFANTILES sin resolver, emociones arcaicas, sentimientos congelados, HERIDAS QUE NO HAN SANADO. También representan un INSTINTO DE REPARACIÓN por el que se trata de SATISFACER VIEJAS HERIDAS HOMOEMOCIONALES que no habían encontrado respuesta adecuada en el pasado: un movimiento INCONSCIENTE de UNIÓN CON EL PROGENITOR DEL MISMO SEXO. La doctora Elizabeth Moberly41 acuñó el término "necesidad de amor homo emocional", que luego sería difundido por el doctor Joseph Nicolosi42.

 La NECESIDAD DE AMOR HOMOEMOCIONAL es una fuerza inconsciente hacia la UNIÓN DEL HIJO HACIA SU PADRE o entre una hija y su madre. Ésta es una PROFUNDA Y OCULTA HERIDA EN EL ALMA de cualquiera que experimente la atracción hacia las personas de su mismo sexo. Si se le pregunta, el homosexual activo no dirá que ESTÁ BUSCANDO EL AMOR DE SU PADRE EN LOS BRAZOS DE OTRO HOMBRE. Ésta es, a menudo, una FUERZA INCONSCIENTE profundamente encerrada en la psique. Como señala el doctor Hendrix, "cada uno de nosotros se introduce en el estado adulto albergando temas pendientes en relación con nuestros padres, lo conozcamos y admitamos o no. Estas necesidades deben satisfacerse, porque EN NUESTRO INCONSCIENTE SU SATISFACCIÓN ES IGUAL A LA SUPERVIVENCIA. Por eso, en las relaciones amorosas de los adultos, esta satisfacción es el tema principal".43

 Por lo general, en terapia, se encuentran diversas señales que indican que una persona puede tener heridas emocionales “infectadas”, y que los comportamientos que presenta son, en realidad, síntomas de esta “infección”. A modo ilustrativo, hay algunas señales que podemos identificar, pero hay muchas más.

1. Niveles elevados de Ansiedad: Se presenta con palpitaciones, temblores, sudoración excesiva, sensación de peligro inminente, respiración acelerada...

 2. Depresión: Se presenta a través del sentimiento persistente de tristeza o vacío, desesperanza, desmotivación, sentimiento de inutilidad o de culpa persistentes, etc.

 3. Dificultad en las relaciones afectivas: Surgen conflictos constantes en las relaciones afectivas o dificultad para establecerlas y mantenerlas.

 4. Problemas de sueño: Puede existir dificultad para dormir o mantener el sueño, también pueden dormir muchas horas de más

 5. Pensamientos obsesivos: Se presentan con ideas recurrentes que nos generan malestar significativo.

 6. Inseguridad: Se presenta con falta de confianza en la propia persona y en sus capacidades y recursos personales.

 7. Miedo: Que se va extendiendo en varias áreas de la vida y que nos “bloquea” o “paraliza” al momento de conseguir nuestros objetivos.

 8. Desconfianza: Se presenta con la tendencia a creer que las personas son deshonestas con nosotros, lo que nos impide mantener relaciones sanas.

 9. Actitud defensiva o agresiva: Aparece una dificultad para aceptar nuestra responsabilidad en las situaciones o aceptar las críticas, por lo que nos preparamos para el ataque o atacamos nosotros primero.44

 

Principales heridas emocionales de la infancia

Hay 5 principales heridas emocionales que se abren principalmente en la infancia, y que tienen un impacto en nuestro comportamiento al momento de relacionarnos con otras personas:

 1. Herida del abandono

Esta herida se abre cuando nuestras necesidades afectivas en la infancia no han sido cubiertas durante un tiempo prolongado, por lo que hemos podido experimentar soledad, falta de afecto o desprotección.

 Las personas que tienen esta herida abierta pueden intentar obtener el afecto que les ha faltado en la infancia en sus parejas, amistades o hijos, pudiendo desarrollar dependencia emocional. También pueden mostrar ese miedo al abandono utilizando mecanismos de protección para no conectar realmente con las personas, y así evitar ser abandonados. Son los dos extremos de la misma herida.

 2. Herida del rechazo

Esta herida se abre cuando nos hemos sentido rechazados en nuestra infancia. Puede que no hayan aceptado nuestros pensamientos, sentimientos, vivencias, en definitiva, que hayan rechazado una parte de nosotros. Esto va generando la idea de que no somos dignos de amar ni de ser amados, y nos puede llevar al autodesprecio.

 Las personas que tienen esta herida abierta tienen dificultad para aceptar una crítica y sufren mucho cuando alguien no acepta su idea o propuesta. Suelen esforzarse para obtener el reconocimiento y aprobación de las demás personas. También pueden evitar el sufrimiento que les produce el rechazo, evitando las relaciones interpersonales.

 3. Herida de la humillación

Esta herida se abre cuando experimentamos muchas críticas en nuestra infancia, con mensajes negativos relacionados con nuestra forma de hacer las cosas, cuando critican nuestra capacidad o nuestras habilidades. También cuando hacen las cosas por nosotros. Esto termina haciéndonos sentir inútiles e incapaces, inseguros de nosotros mismos y de nuestras ideas y pensamientos.

Las personas que tienen esta herida abierta muestran una autoestima frágil y vulnerable, suelen depender de la imagen que tienen las demás personas de ellas, necesitando su aprobación y reconocimiento constante. Para esto suelen mostrarse complacientes hasta el punto de anularse, e incluso pueden llegar a ridiculizarse a sí mismas, porque en el fondo se consideran inferiores, indignas o menos valiosas de lo que son en realidad.

4. Herida de la traición

Esta herida se abre cuando hemos tenido experiencias en la infancia de haber sido engañados porque nuestros padres o cuidadores principales no cumplieron lo que nos prometieron. Esto pudo haber sido algo puntual, pero importante, o puede haber sucedido en muchas ocasiones, generando desconfianza y soledad.

 Las personas que tienen esta herida abierta suelen tener problemas de confianza en sus relaciones interpersonales, y para compensar esto, necesitan “controlar” porque les da seguridad, así hay menos probabilidades de ser traicionados.

5. Herida de la injusticia

Esta herida se abre cuando la educación que se ha ejercido con nosotros ha sido autoritaria, imponiendo los puntos de vista de nuestros padres, pero sin tener en cuenta nuestras necesidades o nuestros intereses.

Las personas que tienen esta herida abierta suelen tener rigidez mental, y esto lo muestran en sus opiniones y juicios de valor que expresan como verdades absolutas. Suelen tener dificultad para aceptar otros puntos de vista, y tienen tendencia al orden y al perfeccionismo.45

 Y si usted, apreciado lector, se pregunta: “Yo también tengo varias de estas heridas en la infancia y algunos de estos síntomas, ¿Por qué yo no desarrollé atracción homosexual?”

 Es altamente probable que sea porque usted no necesitó satisfacer sus necesidades homo-emocionales. Es decir, usted no necesitó buscar en otros hombres (si usted es hombre) o en otras mujeres (si usted es mujer), ese afecto, amor, cariño, comprensión y vínculo sano de personas de su mismo sexo porque usted los recibió en la cantidad suficiente, en el momento oportuno y de las personas adecuadas. No necesitó dar sexo a cambio de amor.

 

Enfoque espiritual

¿Será que no se ora suficiente por las personas con Atracción al Mismo Sexo?

 El Catecismo de la Iglesia Católica, en los numerales siguientes, nos indica:

1500 La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte.46

1501 La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.47

 1508 El Espíritu Santo, da a algunos un carisma especial de curación (cf. 1 Co 12,9.28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado. Sin embargo, ni siquiera las oraciones más fervorosas obtienen la curación de todas las enfermedades. Así san Pablo aprende del Señor que "mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza" (2 Co 12,9), y que los sufrimientos que tengo que padecer, tienen como sentido lo siguiente: "Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24).48

 1509 "¡Sanad a los enfermos!" (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf. Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo (cf. 1 Co 11,30).49

 1513 La Constitución apostólica Sacram Unctionem Infirmorum del 30 de noviembre de 1972, de conformidad con el Concilio Vaticano II (cf. SC 73) estableció que, en adelante, en el rito romano, se observara lo que sigue:

 «El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o, según las circunstancias, con otro aceite de plantas…».50

 1532 … (Jn 9:1-3) Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.51

La explicación es: “Para la gloria de Dios”. Las personas con atracción no-heterosexual fueron usadas como instrumentos de Su gracia. El ciego, pudo conocer a Jesús y entrar en una relación personal con Él, y ambos (el ciego y su ceguera) fueron usados para llevar el conocimiento de Su Persona a otros. Hermanos, teniendo en mente estas cosas, ¿cómo nos atrevemos a calificar de castigo, o buscar un pecado oculto en la condición de las personas, sean creyentes o no?

 “La muerte violenta ante el altar y la torre que se desplomó”. El relato lo encontramos en (Lc 13:1-5). El Señor da a entender que, si estas tragedias hubiesen sido resultado de un juicio divino, entonces todos deberían tener una muerte semejante, pues todos son igualmente pecadores. (Lc 13:) “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”.

 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: una acción que tiene como objeto una materia grave, cometida con pleno conocimiento (plena conciencia) y deliberado consentimiento. Entonces, si no siempre hay una relación directa entre pecado y enfermedad ¿Por qué enfermamos? ¿Por qué estas situaciones trágicas en nuestras vidas?52

 

La enfermedad como consecuencia de la caída

 La enfermedad, junto con la muerte, es una de las consecuencias de la caída del hombre. Es resultado de la entrada del pecado en la raza humana. Desde ese momento, todos quedamos expuestos a un proceso de decadencia física y finalmente la muerte (Ro 5:12) (Ro 8:20-23). Este proceso será definitivamente excluido con la resurrección en el final de los tiempos (1 Co 15:42-44).

En consecuencia, los cristianos estamos expuestos a las mismas enfermedades y vicisitudes que aquellos que no creen. Aunque tenemos a Cristo, que nos fortalece y consuela en nuestras tribulaciones, que nos guarda del mal, los creyentes no somos una “super raza” libre de enfermedades y daños.

 En vez de preguntar ¿Por qué esto? ¿Qué hice? implicando que es un castigo de Dios y cerrando otras puertas, pregunta ¿Para qué Señor? ¿Qué quieres hacer en mi vida? y dejemos que haga su obra completa en nosotros. Dios tiene propósitos aún en medio de la aflicción (Job 1:21-22).

Mt 19,12 "Hay hombres que han nacido incapacitados para el sexo. Hay otros incapacitados, que fueron mutilados por los hombres. Hay otros todavía, que se hicieron tales por el Reino de los Cielos. ¡Entienda el que pueda!".

No parece haber una causa simple de la orientación homosexual. Una opción común de los expertos es que hay factores múltiples —genéticos, hormonales, psicológicos— que pueden causarla. Generalmente la orientación homosexual se vive como algo dado, no algo que se escoge. Por lo tanto, de por sí, la orientación homosexual no puede considerarse como pecaminosa, ya que la moralidad supone la libertad de escoger.53

 Usted puede ayudar a una persona homosexual de dos maneras generales. Primero, anímela a cooperar con la gracia de Dios para que viva una vida de castidad. Segundo, concéntrese en la persona, no en su orientación homosexual. Esto implica respetar la libertad de una persona. Con el presente estado de la ciencias médicas y sicológicas, no hay garantía de que una terapia reorientativa funcione. Por eso, no hay obligación de participar en ella, aunque algunos la consideren útil.54

Sobre todo, es esencial recordar una verdad fundamental. Dios ama a cada persona como individuo único. La identidad sexual ayuda a definir a las personas únicas que somos y, un componente de nuestra identidad sexual, es nuestra orientación sexual. Por consiguiente, nuestra personalidad total va más allá de nuestra orientación sexual. Los seres humanos ven las apariencias, pero el Señor ve el corazón (cf. 1 Sm 16:7).55

Dios no ama a alguien menos porque es homosexual. El amor de Dios siempre y en todas partes se ofrece a los que están abiertos para recibirlo. Las palabras de San Pablo son de gran esperanza:

 Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes espirituales, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzas del universo, sean de los cielos, sean de los abismos, ni criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios, que encontramos en Cristo Jesús nuestro Señor. (Rom 8:38-39).56

 Igual que todos los dones de Dios, el poder y la libertad de la sexualidad pueden ser canalizados hacia el bien o hacia el mal. Todos — los homosexuales y los heterosexuales — son llamados a la madurez personal y a la responsabilidad. Con la ayuda de la gracia de Dios, todos están llamados a comportarse según la virtud de la castidad en las relaciones personales. La castidad significa la integración de pensamientos, sentimientos y acciones en la dimensión de la sexualidad humana, de manera que se valore y respete la dignidad personal propia y la de los demás. Es "el poder espiritual el que libera al amor de su egoísmo y agresión" (Concilio Pontificio para la Familia, La verdad y el significado de la sexualidad humana, 1996, no. 16).57

 Primero, el plan de Dios es que el acto sexual ocurra solamente dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer. Segundo, cada acto de intimidad sexual tiene que estar abierto a la posible creación de una vida humana. La relación sexual entre homosexuales no cumple esas dos condiciones. Por eso, la Iglesia enseña que el comportamiento "homo-genital" es objetivamente inmoral, pero al mismo tiempo hace la distinción entre este comportamiento y la orientación homosexual que no es de por sí, inmoral. Es importante reconocer que ni la orientación homosexual ni la heterosexual, lleva inevitablemente a la actividad sexual. La totalidad de la persona no se puede reducir a su orientación ni a su comportamiento sexual.58

 

Conclusión

Dado que para la ciencia no existe un “gen gay” y no “se nace homosexual”, podemos concluir que la homosexualidad no es una enfermedad genética, desde el punto de vista científico. Puesto que, si no existe un “gen gay” y no se nace así ¿qué enfermedad podríamos “curar” si genéticamente no existe tal gen?

 En cuanto al enfoque neurobiológico, vemos como los factores ambientales causantes de la atracción homosexual, afectan la plasticidad cerebral. Son, por lo tanto, dichos factores ambientales, los que pueden modificar al lóbulo temporal dentro del cerebro y no así, las “predeterminaciones” genéticas, o de nacimiento. Por lo tanto, se le llama disfunción a la homosexualidad -que no enfermedad-, dado que no conecta con su parte procreadora. Pero, por lo demás, no impide sus procesos sinápticos, motrices, de memoria, etc.

 Desde el enfoque psicológico, lo que encontramos son heridas emocionales no resueltas. Por lo tanto, podemos concluir que, al ser heridas las causantes de la homosexualidad, esta no es una enfermedad, sino uno de varios síntomas provocados por esas heridas. Sin embargo, si las heridas no son sanadas, sí pueden llevar a un sufrimiento cotidiano a la persona que tiene esta atracción homosexual y que puede derivar en alguna o algunas enfermedades mentales, tales como las tendencias suicidas, las adicciones, las mutilaciones del cuerpo, etc.

Finalmente, desde el punto de vista espiritual, encontramos que el catecismo de la Iglesia Católica dice que “su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado” (2357 CIC). No pasa, por lo tanto, juicio moral sobre la atracción homosexual en sí misma pero sí lo hace sobre los actos homosexuales, a los que califica como “intrínsecamente desordenados”. Es decir, no están en el orden natural establecido por Dios.

 Entonces, al hacer esta distinción muy necesaria entre acto y atracción, la Iglesia Católica no designa a la homosexualidad como una enfermedad, sino como una inclinación, tendencia o condición. Esto se confirma porque nunca se ha aplicado el Sacramento de la Unción de Enfermos a ningún homosexual por el solo hecho de serlo. En todo caso, quienes practican los actos homosexuales sí pueden enfermar espiritualmente, al ser esclavos de sus pasiones y desórdenes. Pero estos, son los causantes de la enfermedad espiritual y no la atracción en sí misma.

Por esta razón es que el CIC en su numeral 2359, hace un llamado a practicar las virtudes de la castidad y el dominio de sí mismo y las personas con atracción homosexual pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana, como cualquier otro cristiano que lucha con algunas otras condiciones o situaciones y que no necesariamente, se catalogan como enfermedad.

 

 

 

 

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